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La composición fotográfica y su utilización.
Es muy habitual que al contemplar una fotografía, aunque los sentimientos hacia ella sean positivos, iniciemos el proceso de sumarle o restarle méritos en función de que cumpla o no ciertas reglas compositivas.
Creo que estos criterios deberían usarse en según que casos. Es decir, si una fotografía pretende reflejar una realidad ordenada y pulcra, su composición debería ser fiel a la ortodoxia compositivas. Por el contario, si la fotografía representa el caos social o de cualquier orden, la falta de reglas compositivas debería ser parte importante de la imagen, consiguiendo con ello reforzar una realidad caótica sin camuflajes ajenos.
La fotografía primera representa un equilibrio festivo, dentro de un marco natural, igualmente equilibrado, exigiendo por ello un equilibrio compositivo con el que reforzar su contenido. Su ausencia le restaría valor artístico al romper su armonía, que es su esencia.
Por el contrario, la fotografía segunda representa cierto caos y, en consecuencia, la composición debería ser tan desordenada y caótica, como la realidad que quiere mostrar.
Las reglas de la composición deberían estar al servicio del contenido fotografiado.